Las empresas enfrentan un desafío creciente en su relación con los accionistas: equilibrar un enfoque más intenso en la interacción con ellos frente a una evidente disminución en su lealtad. Aunque los altos ejecutivos dedican una cantidad considerable de tiempo a actividades de relaciones con inversores (IR, por sus siglas en inglés), los periodos de tenencia de las acciones han disminuido drásticamente en las últimas décadas, lo que complica la implementación de estrategias corporativas a largo plazo.
La clave para revertir esta tendencia radica en comprender mejor a los accionistas, personalizando las estrategias de interacción para fomentar su fidelidad.