Por Tim Ryan🖊️
No hace mucho tuve una conversación difícil con un director ejecutivo a quien también considero un amigo. Opera en una industria altamente competitiva y compartió lo orgulloso que estaba de su agenda estratégica y lo mucho que su equipo estaba presionando para darle vida a su estrategia. El equipo estaba fatigado, pero lleno de energía por el progreso que estaban viendo. En muchos sentidos, este director ejecutivo tenía razón al estar orgulloso, ya que a su empresa le estaba yendo bien en varias áreas importantes. Sin embargo, al observar a otras empresas, incluidos sus competidores, y al pasar tiempo con su organización, sabíamos que se estaban quedando atrás en crecimiento, eficiencia, escalabilidad y posicionamiento regulatorio. Aproveché la oportunidad para reconocer lo que pensaba que estaba funcionando bien y compartir el mensaje más duro de que creíamos que se estaban quedando atrás. No hace falta decir que fue una conversación desafiante.